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De lo público y de lo privado

By 26th mayo 2021 No Comments

INTROSPECCIÓN DIGITAL

Mar Pomerol
Abogada especialista en derecho de las nuevas tecnologías

Si la Diplomacia puede entenderse como la defensa de los intereses nacionales, para atender a los intereses y bienestar de sus ciudadanos, es esa búsqueda a través de medios digitales y/o electrónicos, entre Estados.

Así, es harto conocido que Internet difumina fronteras, acercan a las personas con las Instituciones y a las Instituciones entre sí, como también sus respectivos riesgos: ataques cibernéticos a archivos de alta seguridad (piénsese en Snowden o el caso de Wikileaks), que han conllevado juicios del todo mediático, y en donde el Estado se ha tenido que posicionar respecto a la libertad de la información y su acceso, cuyo resultado, de momento y a la postre, arroja una prevalencia del Estado al libre acceso a la información.

Esta lógica, de prevalencia del Estado, debe por ende defenderse y practicarse en el día a día, tanto en el mundo terrenal como en el mundo de las telecomunicaciones, de manera que, lo terrenal existe y se percibe si se da una primera toma desde el mundo de las telecomunicaciones.

De hecho, la diplomacia digital ha permitido realizar “globos sonda” de manera fácil y menos arriesgada que en el mundo físico: un mensaje, un “tweet” de un ente público, de mera prueba, implica ver las reacciones al momento de los ciudadanos, y así, valorar la popularidad de la medida y poder establecer en hipótesis los resultados de la recepción de la toma de medidas, su éxito y, por ende, la popularidad de quienes las toman.

Otro gran rasgo de la digitalización, en términos generales, es la descentralización. Si bien en cuestiones de Estado, la unificación era el pilar fundamental para poder asegurar el poder y el control único, con bajo riesgo a la revolución y el descontrol, en tiempos de Internet se permite dicha descentralización, porque, aunque parezca contradictorio, todo se “centraliza” en el mismo website, de manera que distintos agentes, descentralizados, pueden optar a realizar distintas funciones, desde distintos países, a fin de que cada uno realice aquello en que sea más competente (o, al menos, así debería ser)  para volcarlo en el mismo espacio común.

La necesidad de acelerar los tiempos y la necesidad de respuestas inmediatas deja obsoleta cualquier estrategia lenta, por ser terrenalmente centralizada.

Por fin, lo público y lo privado siguen el mismo camino. El avance acelerado de la innovación de las tecnologías ha tenido la supra aceleración provocada por la COVID19: ¿cómo seguir comunicado en caso de cuarentena? ¿Cómo avanzar en caso de cuarentena? ¿Qué empresas han sido las grandes triunfadoras de la pandemia? Sólo hay una respuesta común: la tecnología y el comercio digital.

Y es que las cifras del eCommerce han aumentado ya en un 90% en Estados Unidos y en un 82% en Europa.

El eCommerce es el mejor invento para cualquier emprendedor. Sólo necesitas los siguientes ingredientes: un ordenador, conexión Internet y un producto que vender.

Lo demás, depende de la pericia de cada uno: un SEO, un SEM, mover redes, su interacción, un Blog, un cuestionario de preguntas y respuestas, conectar un Shopify, o bien ser un Marketplace.

¿Cuántos comercios de ropa no han cerrado porque han hecho envíos de sus prendas por web?

¿Cuántos restaurantes han podido “aguantar” gracias al Delivery?

Por no hablar de los impulsos de Marketing que Glovo ofrece a determinadas empresas (por ejemplo, el producto Heura).

Y más allá: la pandemia nos ha demostrado que existe el trabajo a distancia, la teleeducación, la telemedicina, las plataformas de entretenimiento (Netflix, HBO, Amazon Prime) y, cómo no, los grandes procesos de automatización: Big Data, Robótica (conocido también a base de las siglas IoT) y la Inteligencia Artificial.

Todo ello tiene un punto en común: una red estable, segura, robusta. Sin red, nada existe. Sin intercambio de datos, no hay potencial lead, y sin potencial lead, no hay anuncio a quien dirigir, ni consecuente venta.

Y es que, las empresas han encontrado en el comercio digital una nueva oportunidad de negocio, y quienes ya habían empezado en esta encomienda, han recibido durante esta pandemia sus frutos.

El eCommerce ha nacido para representar el capitalismo más salvaje nunca visto: disponibilidad 24/7, envíos rápidos (Glovo en 10 minutos), gran variedad de productos, competitividad en los máximos niveles (calidad, presentación, opiniones de consumidores, precio, atención al cliente…) y sólo son y serán vencedores aquellos elegidos por los consumidores y usuarios.

¿Por fin la era de los consumidores y los usuarios?

Ahí va el contrapunto: el desarrollo de las nuevas tecnologías genera una clara amenaza para la privacidad de los ciudadanos en general, y, obviamente, con carácter concreto, el de los consumidores y usuarios.

¿Qué plataformas usan las empresas? Por supuesto plataformas que ofrezcan datos, que le ofrezcan potenciales leads, que les proporcionen información para que los expertos en marketing digital y publicidad diseñen campañas a medida para un público objetivo confeccionado a partir de los datos. Publicistas, lo sabéis: se han acortado las noches pensando en quién compraría el producto y cómo podéis llegar a ellos.

Ya sabemos todos que la aceptación de las cookies implica que aceptemos que observen nuestro comportamiento en red: qué consultamos, cuánto tiempo nos detenemos en una página web, cómo, cuándo y porqué saltamos de una página a otra.

¿Sabéis cuándo os aparece un anuncio qué parece que os hayan leído la mente? No es casualidad: hemos dado tantos datos que el sistema sabe prever, por una consecuencia lógica, cuál va a ser nuestro próximo paso.

Tampoco cabe ser trágico: tenemos una Ley de Protección de Datos, LO 3/2018, que permite cierta protección, al menos, consentimiento informado, en el tratamiento de datos (otra cosa es que el consumidor y/o usuario se lo tome en serio).

Y es que los principios de la LOPD son claros: calidad de datos (certeza en los mismos y puestos al día), el deber de información de qué va a hacerse o realizarse con dichos datos, y hacer conciencia ciudadana de los ARCO (derecho de acceso, rectificación, cancelación u oposición), el deber de seguridad de los datos (establecer métodos como el Compliance Data, es decir, introducción de mecanismos que asegure tener métodos para evitar fugas de datos, su ataque o extracción) e, íntimamente ligado con el mismo, el deber de guardar secreto de determinados datos.

Y aunque cabe mencionar que la LOPD es una Ley bien intencionada, en un plano práctico, y para concluir, ¿qué ocurre si no aceptamos esas cookies, esa transmisibilidad cesión de datos?

Recordemos que como aceptación de estas existen dos opciones: la aceptación expresa y la aceptación tácita: por la mera navegación.

Entonces, si uno quiere participar de esta revolución tecnológica debe prestar sus datos, y ¿si no? ¿Condenado a ser un vintage? Este es el paradigma futuro que debe abordarse: las consecuencias de no ceder los datos en la revolución tecnológica.

@MarPomeroliMiralles

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